Cristian Moudjoukian llegó a Charata hace 15 años con un puñado de hectáreas alquiladas. Hoy, su empresa LIPSA cultiva 145.000 hectáreas en el norte argentino.
En la Argentina agropecuaria, donde las historias suelen estar ligadas a apellidos que llevan generaciones trabajando la tierra, el caso de Cristian Moudjoukian es la excepción. Cordobés, de raíces armenias y sin antecedentes familiares en el campo, se instaló en Charata, Chaco, en 2010, impulsado por un desafío personal y profesional.
“Mi familia no se dedicaba al agro, yo fui el disruptivo”, recuerda. Sus primeros pasos fueron como empleado de empresas de la región, hasta que decidió iniciar su propio camino. Comenzó con unas pocas hectáreas alquiladas y mucha voluntad de ganarse un lugar en un mercado dominado por productores de larga tradición. La apuesta fue grande: radicarse en la zona, construir confianza y reinvertir cada año para crecer.
Hoy, LIPSA —la empresa que dirige— siembra unas 145.000 hectáreas entre campos propios y arrendados en Chaco, Santiago del Estero y otras provincias del norte. Produce maíz, soja, girasol, garbanzo, porotos y sorgo, y genera empleo para unas 750 personas en plena campaña.
Moudjoukian fue testigo y protagonista del crecimiento agrícola del norte argentino en la última década y media. Sin embargo, advierte que la región todavía enfrenta desafíos estructurales: “Nos faltan rutas, caminos y servicios. Pero aquí está todo por hacerse, y eso permite soñar con un norte grande, con industrias que generen valor en la zona”.
En su visión, el próximo paso es el agregado de valor en origen: desde plantas de alimento balanceado para exportación hasta proyectos de producción porcina o de etanol. “Queremos que esas 500.000 toneladas anuales de granos no salgan solo como materia prima hacia los puertos, sino que se transformen acá mismo”, afirma.
Con la experiencia de haber utilizado el mercado de capitales para financiar un crecimiento acelerado, y con un equipo de 100 personas en la gestión diaria, Moudjoukian proyecta seguir ampliando la escala de producción y diversificando cultivos. “Soñar es gratis —dice—, y el potencial del norte es inmenso. Vamos a seguir apostando por esta tierra”.